A veces pensamos que tocamos fondo y que entonces comenzaremos a subir, no sabemos hasta donde estamos rotos hasta que Algo de repente nos empuja ineludiblemente desde los hiatos de la psiquis hacia una ausencia oscura y ronca apropiándose otra vez de lo poco que habíamos logrado, obligándonos a comenzar de nuevo.
Esa es la historia: la caída invariable y permanente y la ilusión de llegar por fin al sitio seguro. Nacemos cayendo del vientre y así continuamos hasta el último día, cuando morimos y es entonces que ascendemos y seguiremos subiendo.
Aquí, nos escondemos para lamer nuestras heridas entre las grietas de este averno. En vano, siempre Algo nos encuentra y nos echa sal. Son ricas las lágrimas saladas.
Lo único que nos sostiene en este rodar descendente en el aire es mirar hacia arriba:
* Con esta expresión hago referencia a lo Sagrado del simbolismo en la mitología, que como el toro, la tortuga y otros animales, eran quienes soportaban el mundo en sus lomos; eran y siguen siendo animales cósmicos. Deberíamos cuidarlos y venerarlos como lo hacen en oriente ya que través de ellos estamos más cerca del Creador.