Fui esa
La que avanzando por la vida
se perdió
en la espesura
de su inmensidad.
La que sintió una voz oculta
retumbar entre sus paredes agrietadas
y no supo responder.
La que encontraba monedas
al costado del camino
Y prendía fosforos
para jugar.
La que conociste
huyendo de su propia miseria
Marchita de milenios
Imposible de burlar.
La que se dormía
diciendo tu nombre
Para convocarte en la tiniebla
Y amarte
donde nadie supiera.
Fui esa
La misma que hoy yace
entre las espinas de tu rosedal salvaje
Haciéndote creer
que es tu tierra negra que lo hace florecer
Y sus rosas
las que te deleitan
con su belleza y su fragancia
Cuando en verdad
soy yo
la que se extasía
con tu sal y con tu luz
cada vez que nos mirás.
____María Quaglia____