«El hombre misericordioso no permanece indiferente en un mundo indiferente. No sucumbe a la influencia del ambiente, el cual pudo ya volverse indiferente»
-P. Mauro Carlorosi co. _ Centro Sta. Faustina Kowalska

me duele la vida que no es vida

la muerte que no muere y la savia que subsiste

el sol que no quema y la luna que no alumbra

el cuerpo por dentro y el alma por fuera

me duele el amor que sufre el desamor

el fanatismo que escupe su veneno

la dispersión de lo perpetuo y la agresión de lo fugaz

la música que sanciona y los aplausos proferidos

me duele la infancia robada por adultos presuntuosos

los suicidios mozos y la mirada desvaída

me duelen los amigos que se pierden y los otros que se mueren

los hermanos que no son hermanos y las madres que no son madres

me duele la sangre espesa de los asesinatos cometidos

y el andar irónico de los cadáveres resucitados

me duele el paso apurado y las manos vacías bajo las luces de neón

el olor nauseabundo de la miseria humana

que se desprende entre joyas y vestidos importantes

me duelen las hormigas que maté y las alas que enterré

me duele la vida vivida por el camino ancho

y la cobardía arraigada en lo que queda de mi

pero más me duele la preciosa Sangre derramada por nosotros

la Misericordia de Dios que nos mira y nos ofrece su Amor crucificado

inmenso, eterno, sin reproches y sin necesidad alguna de pronunciar palabras.

____María Quaglia____