me duele la vida que no es vida
la muerte que no muere y la savia que subsiste
el sol que no quema y la luna que no alumbra
el cuerpo por dentro y el alma por fuera
me duele el amor que sufre el desamor
el fanatismo que escupe su veneno
la dispersión de lo perpetuo y la agresión de lo fugaz
la música que sanciona y los aplausos proferidos
me duele la infancia robada por adultos presuntuosos
los suicidios mozos y la mirada desvaída
me duelen los amigos que se pierden y los otros que se mueren
los hermanos que no son hermanos y las madres que no son madres
me duele la sangre espesa de los asesinatos cometidos
y el andar irónico de los cadáveres resucitados
me duele el paso apurado y las manos vacías bajo las luces de neón
el olor nauseabundo de la miseria humana
que se desprende entre joyas y vestidos importantes
me duelen las hormigas que maté y las alas que enterré
me duele la vida vivida por el camino ancho
y la cobardía arraigada en lo que queda de mi
pero más me duele la preciosa Sangre derramada por nosotros
la Misericordia de Dios que nos mira y nos ofrece su Amor crucificado
inmenso, eterno, sin reproches y sin necesidad alguna de pronunciar palabras.
____María Quaglia____