era el mismo niño
que una vez encontré
en la estación de Auschwitz
aquella vez hacía frío
estaba parado
al lado de las vías del tren
llevaba una camiseta blanca
manga larga
al abrazarlo
su mirada atravesó mi esencia
lo había abandonado
o mejor dicho
le había mentido y mi abrazo
ya no le abrigaba
esta vez
estaba sentado sobre una mesa
en algún lugar del mundo
hacía calor
solo llevaba un bañador corto al cuerpo
color negro
me senté en una silla junto a la mesa
cerca de él
me miró y señaló suavemente
algo en mi cara
debe ser un lunar _me oí decir_
al tiempo
que una lágrima descendía
por una de mis mejillas
reparó en ella
vio mis ojos mojados
cerró los suyos
estiró sus brazos hacia mi
rodeándome el cuello
pronto su cuerpo fue acercándose
hasta fundirse en el mio y desaparecer
albergándose
en aquella esencia atravesada
que desde aquel entonces
migraba sin cesar
en búsqueda de su perdón.
____María Quaglia____