Nacemos pujando, llorando, nos abrimos paso a la fuerza
a veces hasta desgarrando a nuestra madre.
En el camino la vida nos premia con alguna alegría.
La felicidad no existe sino como aceptación
que vivir es eso que nos obliga a luchar para nacer.
La vida es incertidumbre, inseguridad e inestabilidad.
Freud habla de la angustia de nacimiento
que nos acompañará de por vida
es la angustia del parto
es decir
del fin de esa vida intrauterina
para poder acceder a una nueva vida.
Una angustia
que se proyecta en el temor a la muerte.
Un temor que solo refleja aquella angustia primera
de una vida ideal a una vida real.
Sin dolor no hay existencia en este mundo.
Y esa angustia
es el precio de luchar para ser
y renaSer
aunque no nos demos cuenta.
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María Quaglia